Aprovechando que el 23 de Abril, San Jorge, es festivo en Aragón, decidimos hacer una escapadita hacia un lugar que tenía muchas ganas de conocer. Se habla mucho de la riqueza natural de Extremadura, sobretodo la provincia de Cáceres, y aunque muchas veces se tengan preconcebidas ciertas ideas, lo mejor es ir y juzgar por uno mismo. Así que nos planteamos hacer algo de turismo por el Valle del Jerte y el Valle de la Vera. No teníamos muchos días, por lo que Monfragüe, Trujillo, Cáceres capital, Las Hurdes…..eso quedaría para otra ocasión. Es bueno dejarte algo por ver, luego tienes una excusa para volver.
En fin, centrémonos pues en el Valle del Jerte, que fue el objetivo principal del viaje. No teníamos muchas referencias, salvo la conocida floración de los cerezos, hecho que le otorga la fama. Pero deambulando un poco por algunas páginas de internet y charlando con el casero de nuestro alojamiento, intuimos que las cascadas y el entorno natural es casi tan destacado como las terrazas repletas de cerezos. Así pues, intentamos repartirnos el día, con idea de ver cuantas más mejor.
Nuestra primera parada empieza entre los pueblos de Cabezabellosa y el Torno, ya que hemos entrado por esta carretera al valle, ya que nuestro alojamiento lo tenemos en Villar de Plasencia. El casero nos recomiendo hacer parada en el Roble Romanejo, un milenario Roble melojo (Quercus pyrenaica) junto a la carretera, y que tras cruzar una cerca metálica (que cerraremos a nuestro paso) nos espera espectacular y majestuoso.
Con su correspondiente cartel explicativo, y un vallado de madera, le damos mil vueltas y nos abstraemos ante dicho porte y su singular entorno.
Casi siempre que veo estos centenarios árboles, pienso en todo lo que han podido ver en todos los años que ha estado ahí creciendo. Tras las pertinentes fotos, en las que me toca sacar el “ojo de pez” para poder encuadrarlo en una foto, volvemos al coche para seguir marcha, no sin antes, acercarme al otro lado de la carretera para sacar alguna instantánea más de estos preciosos y centenares rebollos, que forman unas dehesas preciosas.
Desde aquí, pusimos rumbo a la rutita para ver las Cascada de las Nogaledas.
CASCADA DE LAS NOGALEDAS
Bueno, aquí tenemos la primera rutita de la mañana, para iniciar la ruta tenemos que ir al pueblo de Navaconcejo, y desde aquí cruzar al otro lado del río Jerte, donde ya intuiremos el inicio de sendero. Hay que decir, que la ruta salva bastante desnivel, por lo que hay tramos con bastante pendiente, y además por sendero estrecho, muy a tener en cuenta para gente que no esté acostumbrada a caminar o con calzado no apropiado. Aun así, hay un seguido de 7 cascadas, por lo que se puede ir subiendo e ir viendo hasta que uno se canse y volverse cuando quiera. La opción de la ruta circular también es factible, aunque te llevará unas horas hacerla. Nosotros vimos cortada nuestra ruta por una carrera de turismos, en la que era muy arriesgado cruzar la carretera por falta de una buena organización, pero aun así, pudimos ver buena parte de las cascadas.
El sendero, siempre cuesta arriba, pasa de las terrazas de cerezos a una exuberante vegetación de helechos, robles, nogales….siempre acompasados por el rugir del agua en cada cascada. Sin duda un lugar con un entorno precioso.
Encontramos muchísima gente en la ruta, lo que ralentizó nuestra marcha y restó un poco ambiente y armonía al entorno, pero por contra tuvimos la suerte de coger el inicio de primavera con un caudal muy majo que hacía que cada cascada fuera impresionante.
Es imprescindible el trípode si quieres sacar fotos decentes, así que tenerlo en cuenta si las visitáis.
En definitiva, la rutita, aunque no pudimos completarla, me dejó un sabor muy muy agradable, sin duda, uno de los puntos fuertes del Valle y de visita casi obligada.
Lo dicho, no pudimos completarlas todas, pero ya veis que el repertorio de lo que vimos es más que bonito. Una vez llegados al pueblo entre adelantamientos a gente, pasos estrechos en lo que hay que dejar pasar y el gentío presente se nos había hecho la hora de comer. Aun nos quedaba muuuuucho por ver……así que pensamos que pillar un bocata y comerlo en la siguiente cascada era la mejor opción para no perder tiempo, y así fue!!!. Acierto total!!! Así que dirigimos nuestros pasos hacia la preciosa Cascada del Calderón
CASCADA DEL CALDERÓN
Esta está normalmente fuera de los “circuitos” del turista, ya que justo debajo está la famosa Cascada del Caozo y pasa desapercibida, aun así es fácil llegar y está pie de pista. Subiendo al pueblo de Piornal, en la siguiente curva cerrada del desvío a la del Caozo, está está la señal de la del Calderón. Si llevas turismo, mejor dejar el coche en el desvío y bajar andando por la pista forestal hasta la cascada, total son 5 minutos y te ahorras dejarte el cárter como más de uno se lo había dejado cuando bajamos nosotros.
La cascada es sencilla y muy bonita, digna de ver cuando lleva mucho caudal.
Lo bueno de este valle, es que entre cascada y cascada, si lo coges en temporada, te das un festín de laderas blancas con las flores del cerezo, todo un espectáculo para la vista
Merece la pena parar en alguna terraza para disfrutar de estos árboles en flor y degustar su olor y su blanco radiante.
Y nada, para no hacer muy larga la entrada dejo las dos rutas de la tarde para el siguiente post, donde visitaremos la mencionada Cascada del Caozo y el impresionante paraje de la Garganta de los Infiernos y una ruta imprescindible para hacer.
Un saludo
Un comentario en «Por el Valle del Jerte (parte 1)»