Monasterio de Rila

En las próximas entradas intentaremos desgranar un poquito el último viaje realizado a Hungría y Bulgaria y donde destacaremos las cosas más interesantes a visitar. En primer lugar hablaremos del famoso y precioso Monasterio de Rila, posiblemente uno de los 5 enclaves más visitados de Bulgaria y declarado en 1983  Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Llegar a este Monasterio, es todo una odisea si se quiere llegar en transporte público. Pues se encuentra a 120 kms. de Sofía, la capital y el autobús te deja muy poco tiempo de visita al monasterio, al llegar sobre las 13:15 y con salida a las 15:30, eso sí, es barato, 11 levas el trayecto (menos de 6 Euros). Por lo que nosotros optamos por alquilar un coche en Sofía y hacer el viaje a nuestro antojo. (27€ el alquiler del coche), así no lo veríamos con prisas ni condicionados.

El Monasterio se encuentra al Sur de la capital, en un precioso valle que se adentra en las impresionantes Montañas Rila y que dotan al Monasterio de un entorno único. Es el Monasterio más grande e importante de Bulgaria, por lo que es visitado por turistas y propios del país. Curiosamente no hay que pagar entrada para verlo, solamente te cobran 4 Levas (2 €) por aparcar en la misma puerta, y para dentro.

La austeridad exterior contrasta, una vez llegado a la puerta con el colorista trabajo de iconos en el mismo porche de entrada. Preludio, sin duda de lo que vendrá.

Una vez entras por la puerta, voilá, ojos como platos, boca abierta y a disfrutar.

El Monasterio se fundó en el Siglo X (año 927) por Ivan Rilski, que fue un ermitaño que se retiró a estas montañas y estuvo viviendo en el hueco de un árbol en forma de ataud. Tal fue su fama, que numerosos monjes quisieron emularlo y de ahí que se construyera el monasterio para dar cobijo a tanta peregrinación. Posteriormente a su muerte y al aumento de la peregrinación hasta el lugar, el monasterio tuvo que ampliarse aun más.

Fue destruido en varias ocasiones por el Imperio Otomano en su ocupación de país, además de sufrir algún incendio parcial, pero la devoción de las gentes de Bulgaria y sus donaciones hicieron que perdurara hasta nuestros días. Algo, sin duda de agradecer, pues su belleza es única.

 

 

El marco que la envuelve le otorga aun más belleza y espiritualidad al sitio, sin duda. Nosotros además lo cogimos con los colores del otoño y las primeras nieves en las cumbres.

El centro del Monasterio lo ocupan dos edificaciones diferenciadas, por un lado la Torre Hreliova, una sencilla construcción de 23 metros de altura y construida en 1335. Pero lo que destaca sobremanera es la preciosa iglesia ortodoxa en el centro, trabajada en su totalidad al estilo renacentista típico de Bulgaria y con un sinfín de pinturas icónicas típicas de la religión ortodoxa que inundan el interior de las arcadas.

Un trabajo minucioso y colorista que te deja embobado viendo pasajes religión cristiana ortodoxa. El interior, igualmente decorado, pero mucho más oscuro y austero, no puede competir con la belleza exterior.

 

Se puede acceder a la Torre Hreliova por unas 5 levas, pero no merece mucho la pena, las vistas son pobres ya que carece de balconada visitable y desde las ventanas poco se aprecia del entorno. Aun así, como la visita al monasterio es gratuita (salvo el aparcamiento) lo pagamos gustosos.

 

En el propio monasterio se puede dormir por poco dinero, aunque no esperes lujos, ya que se trata de un lugar de peregrinación y con lujos más acorde con un monasterio que con un Hotel, pero cualquier opción es válida.

Poco más se puede decir de este lugar, una auténtica maravilla que hay que visitar si se viaja a Bulgaria, por la belleza del monasterio, el entorno y la espiritualidad que transmite.

 

 

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