Pirineos III: Cañón de Añísclo

Llegar a la garganta de Añisclo ya es todo un reto. Y si no que se lo digan a los que han ido, porque lo primero que sorprende de este viaje es la estrechez de la carretera una vez pasado el pueblo de Escalona. La carretera se mete en un desfiladero que prácticamente no abandona hasta que no llega a la misma boca de la garganta de Añisclo. Por lo que el disfrute del paisaje empieza mucho antes de llegar a Añisclo. Por suerte esta carretera a día de hoy (no hace mucho era de dos direcciones) es de una sola dirección, y luego completas el circuito volviendo al mismo pueblo (Escalona) por otra carretera. Así se evitan atascos y se hace más fluida la afluencia de público al cañón.
Finalmente llegas a una especie de aparcamiento y a mano derecha te encuentras con la impresionante garganta que se abre ante ti como si de una brecha en el suelo se tratara. El paisaje es abrupto, mágico incluso, no tan de alta montaña como los dos visitados anteriormente pero no por ello menos interesante. Las paredes que se abren a banda y banda del desfiladero se pierden en el cielo, por donde curiosamente revolotean casi de continuo grupo de buitres leonados fácilmente visibles con unos prismáticos.
Para los valientes, la caminata hasta el circo de añisclo (o sea hasta que se acaba la garganta) es de unas 7 horas aprox.

Añisclo_1

Lo primero que te da la bienvenida en el desfiladero es una preciosa ermita enclavada en la roca como muestra la fotografía. Y es que a veces me sorprenden los lugares tan recónditos a donde ha llegado la iglesia (en fin…)

Añisclo_2

La vegetación es exuberante, tapizando las paredes de la garganta y regados por el frescor del río que por ella discurre. Allí arriba, a lo lejos los farallones calcáreos son espectadores privilegiados de lo que año tras año se va forjando como una de las joyas del Parque Nacional de Ordesa.

Añisclo_4

Si me tuviese que quedar con una imagen que resumiera este escondite, esa sería esta foto. Porque me incluye la roca calcárea que protagoniza este desfiladero y porque me muestra la verticalidad que adquieren las paredes y toda ella tapizada hasta “la bandera”. El contraste de verdes, la luz entrando lateralmente y esa pequeña ermita en lo alto de un pequeño cerro a mano derecha son parte de la magia que se puede respirar en añisclo.

Añisclo_5

Pero como siempre la vuelta te tiene reservada una última mirada general a tal maravilla y en una de las curvas de la carretera un mirador es el último punto de encuentro de visitantes para llevarte el mejor recuerdo, una foto.

Saludos

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Un comentario en «Pirineos III: Cañón de Añísclo»

  1. Creo que fue Hegel el que en un ensayo sobre Arte, hablaba de la categoría de lo Sublime. Aquella sensación que tenemos al contemplar un paisaje que nos “sobrepasa”, en el que nos sentimos muy pequeños. Para mas señas, la última foto, por ejemplo.
    Te dejo una dirección:
    http://www.lacoctelera.com/ordesa
    un abrazo.

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