Empezamos el año con una nueva ruta interesante, esta vez nos hemos acercado a la vecina Serranía de Cuenca para degustar uno de sus parajes más emblemáticos, “Los Callejones” del pueblo de Las Majadas. Por todos es conocido la serranía de Cuenca y su ciudad encantada, muy explotada turísticamente, pero de una belleza increíble. Curiosamente, esas formaciones calcáreas tienen representación en buena parte de la Serranía conquense y cercano al pueblo de Las Majadas tenemos otro rincón semejante denominado los Callejones.
No se trata de un sitio tan masificado como le propia Ciudad Encantada, pero sin duda que se asemeja en belleza y en formaciones, y de la cual no tienen nada que envidiar. Así pues, decidimos darle una visita para saborear esas formaciones geomorfológicas tan características.
A un par de Kilómetros del pueblo de la Majadas se encuentra el aparcamiento de Los Callejones. Todo muy bien indicado desde el mismo pueblo que por la Carretera que une con Uña tenemos el cruce indicado. En el pequeño aparcamiento dejamos el coche y unos carteles nos explican la ruta a seguir. Decidimos hacer la ruta pequeña, que recorre serpenteante todas las formaciones.
La ruta está perfectamente indicada en el laberinto de moles de piedra y callejones que se forman, aun así, se puede deambular libremente por dichos callejones para saborear cada rincón de este entorno. Eso sí, volviendo posteriormente a la senda para seguir con el recorrido.
La erosión sobre la roca calcárea ha hecho verdaderas formaciones de Tormos y callejones de una belleza singular, semejando a veces las calles de un pueblo en forma de laberinto. Cada estructura adquiere una forma única y el tapizado de vegetación aumenta si cabe la belleza del entorno.
Tras sortear los primeros callejones, la ruta nos lleva a la parte alta, donde está el inicio de la erosión y donde en un panel explicativo vemos claramente cómo se forma este entramado de calles entre la roca. Esta panorámica te da una idea de la magnitud y la complejidad de la formación y llegas a entender perfectamente la formación de este relieve.
La escorrentía superficial y la lluvia moldean además a su antojo todas estas terrazas superiores que ofrecen rugosidades y formas infinitas.
Veremos muchísimos “ventanales” en las rocas, debido a la erosión, donde los que nos gusta la fotografía encontraremos infinitos encuadres, sin duda un lugar que parece mágico.
Es un buen sitio para visitar con los más pequeños, donde tendrán infinitas posibilidades de corretear y perderse por los callejones y jugar con los entramados que la roca ofrece.
Nosotros tampoco pudimos negarnos a una foto en esas “puertas” y “ventanas” naturales que la roca ha modelado. Un lugar precioso para llevarse una foto de recuerdo con los más pequeños.
Los callejones son infinitos, más altos, más bajos, más profundos, más abiertos, más cerrados, pero parece que nunca se acaban. El sendero es serpenteante y te lleva por casi todos ellos. Finalmente cuando ya crees que no puede haber más, es cuando el sendero gira y volviendo casi por sus pasos te va retornando al aparcamiento disfrutando aun más de muchas formaciones.
Lo dicho, un precioso lugar para perderse, sobretodo con los más pequeños que disfrutarán de lo lindo y donde podremos apreciar unas geomorfología única. Que nada tiene que envidiar a la famosa Ciudad Encantada y que puede ser una alternativa muy plausible para esos días de máxima afluencia visitante.
El recorrido corto, se hace en torno a 1 hora y media. Hay muchos bancos en el camino y prados perfectos para sentarse y echar un piscolavis. No hay agua en todo el recorrido, por lo que habrá que llevarla encima y en el mismo aparcamiento hay mesas también para comer.
Se puede realizar el recorrido durante todo el año.
Un saludo