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Vencido por los elementos

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Pues sí, vencido por los elementos, porque mi intención esta misma mañana era hacer cumbre en el Caimodorro (1.930m.) parte más alta de la Sierra de Albarracín, aunque mucho me temía yo que sin las raquetas, no había nada que hacer, y así ha sido. El día era radiante, frío, pero radiante, unos cuantos grados bajo cero invitaban a un buen abrigo. Además de un aire espantoso, ventisca, le dicen por aquí.

En esta toma desde Orihuela se intuía ya el paquetón de nieve que me esperaba allí arriba, se intuye un poco el pico Caimodorro medio tapado por las nubes.

El coche lo dejé en el pantano, que ofrecía un precioso contraste verdoso con el paisaje en blanco y negro. El agua se movía reboltosa debido al fuerte viento.

Los primeros doscientos metros fueron una lucha incesante contra el viento helador que azotaba desde el mismo collado de Orea. La nieve se la había llevado casi toda.

 

Y justo donde la había acumulado allí que se fue Dunifacia a plantar. Se la engulló literalmente la tierra, bueno la nieve, se metió directamente en el ventisquero. A bote pronto más de metro y medio de nieve acumulada. En fin, después de unos zarpazos al aire y un poco de sensatez, buscó el lado más fácil y salió sin más.

 

 

 

 

 

A medida que íbamos entrando en Garganta Avellanos el espesor aumentaba y el viento disminuía, Así pues, el cuerpo empezaba ya a sudar.

Decidí subir por el sendero que nos lleva al nacimiento del río Gallo y que tan bien acondicionado lo han dejado. Un estupendo paseo junto al río, que poco a poco te lleva hasta los pies del mismo Caimodorro.

Allí la ventisca era menos apreciable y los espesores a medida que íbamos ganando en altura íban aumentando. El palmo de nieve era constante a lo largo de todo el sendero por el río. Bellezas de hielo en cada salto de agua y mil y un rastros de bichos en la nieve.

 

 

 

 

 

 

Llegando al nacimiento del Gallo me desvié para arremeter contra la pendiente en busca del alto de las hermanillas y de ahí hasta el Caimodorro. Aquí la sudada ya fue de órdago y en cuanto empecé a subir, ya me di cuenta que el caimodorro se establecía como un reto casi imposible sin las raquetas (que se han quedao en Griegos). Los árboles cargaditos cargaditos y muchas dificultades para encontrar caminos de ascenso debido a los pinos y rebollos doblados por el peso de la nieve.

 

 

 

 

 

Cada claro del bosque era una postal, realmente impresionante la nevada.

 

En las partes altas, los corzos lo tenían todo minado de huellas y señales, entre ellas algun mechón de pelo dejado en su huída.

 

 

 

 

 

El alto de las Hermanillas resultó prácticamente impenetrable. Después del sofocón de la subida, no me quedaba fuerzas para lidiar con más de 50 cm. de nieve y ventisqueros de más de 1 metro. Enebros y pinochos enterrados al igual que las rocas. Además de unos 15 cm. de nieve vieja que había debajo.

Caminar era un suplicio

En esta foto se aprecia perfectamente dos rocas (a derecha e izquierda) totalmente sepultadas por la nevada, había que ir con ojo, porque había agujeros donde te colabas casi hasta la cintura.

 

 

 

Y visto que me quedaba sin fuerzas, una última foto al claro y para abajo.

 

¿Dónde está el río de piedras?

 

 

Bueno, excelente excursión, muy agotadora y machacante para las piernas, pero de gran belleza y sensaciones. El paquete de nieve es considerable en el monte donde no se ha venteado. El frío, por otro lado también muy severo.

Así pues me queda pendiente el ascenso al Caimdorro.

 

saludos

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