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Pirineos I: Valle de Benasque

No hay comparación entre la belleza de los Pirineos y la de la Sierra de Albarracín, no voy a hacer comparaciones, más que nada porque Pirineos gana “de calle”. Da igual que elijas el pirineo catalán, el oscense o el navarro, la majestuosidad, grandeza y hermosura es algo que le dotan de un paisaje único en España y sin competencia alguna de todas las sierras que pueblan la península. Por lo tanto es de visita obligada para todo aquel al que le guste la naturaleza. Yo lo he visitado en numerables ocasiones y reconozco que cada vez que voy “alucino” más y más de su hermosura.
Sin extenderme más en las características de la zona paso a narrar el primer rincón que visitamos, un buen paseo entre Los Llanos del Hospital y Forau de Agualluts.

La senda parte desde el aparcamiento que hay a los pies del Macizo de Maladeta (punto de partida de todos los alpinistas a la conquista del Aneto 3.404m.). Esta senda al principio se comparte durante unos metros con la que sube al refugio de la Renclusa, pero pronto se dirige abriéndose valle arriba y dejando a banda y banda las impresionantes paredes del macizo de Maladeta a la derecha (que nos acompañará en toda la excursión) y de las primeras montañas de Francia a mano izquierda.

Aun estamos en Abril, y a 1.800 metros de altura, se nota el frío, corre un viento helador pero no cesamos en nuestro empeño. Las partes más umbrías aun conservan el espesor de nieve y el camino en su mayor parte discurre por una brecha en ésta. Siempre va “picando” hacia arriba, con lo que ganamos en altura y el paisaje nos ofrece unas vistas magnificas del valle.

Finalmente llegamos al Forau de Aigualluts, una impresionante sima que engulle de una “tacada” un río entero y hace desaparecer sus aguas. Este río viene de un precioso circo glacial, a los pies del glaciar del Aneto y desde el que disfrutamos de un buen trago de aguas cristalinas y de un descanso bien merecido. El altímetro ya supera los 2.000 metros pero el frío se torna en calor por un sol más que reconfortante y por los músculos calientes del esfuerzo. Finalmente la foto de grupo y vuelta a los coches que el hambre apreta.


La vuelta la hacemos por la antigua senda, nuevamente disfrutando de los paisajes del valle, incluso de las preciosas florecillas que empiezan a inundar las praderas más soleadas. La tentación me puede y casi cuerpo a tierra inmortalizo el florido tapiz.

Exquisita excursión para todos los públicos de un bello rincón del Pirineo.

De todas maneras lo que se ve en las fotos no refleja ni el 0.1% de las sensaciones que te ofrece ver esos paisajes en directo, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Saludos y mañana viajaremos al Valle de Pineta.

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