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A falta de pan….buenas son ciervas

Llevo ya unos días controlando a una pareja de machos de Gamo que se de buena tinta donde pasan los días y las noches, y la verdad es que una vez va finalizando la época de desmogue del ciervo, y a sabiendas de que el Gamo desmoga un poco más tarde, creo que es deber hacerle un buen seguimiento y con un poco de suerte podré conseguir una pareja de cuernos de Gamo y por qué no, un buen retrato de un macho.
El caso es que sabía más o menos la hora de bajada de estos animales a las verdes praderas y sabrosos campos de trigo después del largo día en la majada. Así pues, decidí montar guardia en un cerro próximo del que se disfruta de buenas vistas y sobretodo una buena visión de la pradera. El teleobjetivo me servía de prismáticos y las nubes de tormenta allá a lo lejos, eran mi distracción por momentos

La tarde ya caía en picado, y cada vez la tensión iba en aumento, por el momento ni rastro de los gamos. Aunque también me extrañó la no aparición de ningún ciervo que por esos lares son también abundantes y comilones a esas horas. Así pues, tras unos minutos de vigilancia exhaustiva, desde mi atalaya, allí a lo lejos diviso lo que parecen ser dos extraños bultos en mitad de la pradera. Afino el teleobjetivo y “disparo” la foto


Son tres ciervos, un par de hembras y una cría del año pasado. Como la tarde cada vez se va apagando más y antes de que no haya luz ni para fotografiar a los gamos, decido bajar de mi atalaya y acechar en esas últimas luces a los tres osados y hambrientos cérvidos que ingenuos ignoran mi presencia en la lejanía. Mientras bajo del cerro, voy pensando que tal vez sea un buen ejercicio de entrenamiento para cuando tenga que acechar al exquisito gamo o tal vez a un buen macho de ciervo en berrea, toda experiencia es poca en estas situaciones. Así pues decido tomarme el ejercicio como un examen y como si ante mí se alzara el mismísimo medalla de oro de todos los venados. Motivaciones a parte, mi acecho es lento pero sin pausa (la luz cada vez era más baja y con un 400mm. necesito máxima velocidad de disparo para que no me salga movida).

El aire en calma favorece mi acercamiento a mayor velocidad, y tras arrastrarme por los últimos enebros y chaparras, consigo el máximo acercamiento posible sin ser visto.

Durante escasos 5 minutos, disfruto del placer de observar como comen, como otean el aire, incluso como poco a poco sus andares les acercan a mi posición (Parece mentira que hay veces que mientras otean miran hacia mi posición y a continuación siguen comiendo como si no me hubiesen visto).
Pero la suerte se me acaba en cuanto aparece un coche por la carretera cercana. (para ser más exacto un Suzuki 4×4 azul marino que no hace otra cosa nada más ver a los animales que liarse a pitar con el coche) Los animales con síntomas de nerviosismo se disponen en alerta y yo aprovecho la confusión para sentarme mejor (justo había pillado un pequeño cardo en la blandura de la hierba), ese leve movimiento es avistado por los animales que todavía en alerta (aunque el señor Suzuki ya se había ido) dudan de lo que hay allí escondido entre los arbustos.

La luz es ya casi nula para la fotografía y decido terminar el acecho, los animales certifican ese bulto que veían en los arbustos y tras alejarse al trote 20 metros se giran para ver ese bulto como tranquilamente y con el trabajo bien hecho se vuelve al coche para dejar al trío feliz pastando en su pradera.

Saludos

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