Día a día y según va aumentando mi afición, también voy aumentando mi equipo fotográfico. Es un hobby caro, todo hay que decirlo, además de que si quieres una óptica que te de calidad, tienes que rascarte el bolsillo y no vale quedarte en los 200 o 300 euros por un objetivo, sino que la inversión ha de ser fuerte para asegurarte una lente de calidad y que luego no te lleves sorpresas como falta de nitidez, aberraciones, viñeteo, distorsiones, etc. Al fin y al cabo, un objetivo bien cuidado es para toda la vida, así que es bueno invertir en ellos y lo que se ha de ir cambiando es la cámara a medida que se vayan quedando atrás.
Yo me hice hace ya unos meses con la Eos 350d de Canon, una réflex digital de 8 megapixeles y encarada al público aficionado amateur. Pequeña, de muy fácil manejo y muy bien calificada por la crítica. Para mí, más que suficiente para mi afición, además estoy enormemente satisfecho de la elección.
Pero aun más lo estoy del primer objetivo que le compré, justamente el mismo día y desechando el objetivo que me venía del kit, me llevé el angular 17-40 de Canon, un serie L (máxima distinción con la que Canon califica a sus objetivos de Calidad Alta) del que había oído maravillas (tanto de su precio, como de su calidad). Y no es para menos, pues hasta a mi me ha dejado totalmente boquiabierto. Tal vez, el día de mañana me compre un Gran angular tipo 10-20 o un todo-terreno con un zoom más amplio tipo 24-105, dependiendo de mis necesidades, pero de lo que tengo claro es de que no pienso deshacerme de mi enamorado 17-40.
Después del desembolso considerable me veía obligado a esperar un tiempo antes de volver a la carga, así que mientras ahorraba, empecé a buscar información sobre “teles”, para ver sobre que precios me movía y cual era el idóneo para mí. Sin duda, tuve flechazo por el 100-400 de Canon, otra joyita en bruto, también denominado L pero con la friolera por nombre de 1.500 Eurazos. Busqué algo más barato y de parecida calidad, pero ya se sabe que lo bueno se paga y el segundo en gustarme fue el 80-400 de Sigma. Otra perita en dulce de 1000 eurazos, así que descartamos el 100-400, pero mira tu por donde, que me hicieron un ofertón de segunda mano por este 100-400 que no pude resistirme, así que podemos decir que este pata negra (blanco en este caso) ha hecho que me vuelva un mestizo de pura cepa 😉
Próximamente un reportaje sobre las primeras fotos e impresiones
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