La red de carreteras de montaña que disfrutamos, por ejemplo, en la Sierra de Albarracin, aunque en su mayoría son de carácter comarcal o convencional son una infraestructura que divide y segrega extensos territorios naturales continuos. No somos consciente de ello, hasta que delante de nosotros, un día yendo con el coche, vemos como se nos cruza un ciervo, un corzo, un zorro o una ardilla. Y es que los animales no entienden de pasos de cebra o de mirar a los dos lados antes de cruzar. Para ellos, el monte es continuo, y mientras duermen en un punto, pueden tener la zona de campeo o alimentación en otro bien distinto, al final suelen tener un área de distribución vital que muchas veces está segmentada por ríos que lo atraviesan o carreteras que lo dividen. Estas carreteras, a veces son trampas mortales para muchos de ellos, y es un punto negro que los que trabajamos recogiendo estos animales conocemos bien.

Una de las labores que solemos hacer en nuestro trabajo diario, aunque por suerte no es tan frecuente, es la recogida de animales atropellados. Ya sea porque nos llaman desde el 112 por algún aviso de algún ciudadano que lo ha visto o se ha visto envuelto en un atropello, o a veces porque tropezamos con dicho animal, nuestra labor siempre es retirarlo de la vía, no sólo para que no vuelva a producir ningún accidente, sino para evitar que los animales que vienen a alimentarse de él, lo hagan de manera segura (Córvidos, buitres, zorros, etc….) y no tengan un nuevo percance con otro conductor y puedan ocasionar otro accidente.

La mayoría de especies cinegéticas (ciervo, corzo, gamo, jabalí, etc….) que mueren atropellados son llevados a algún punto alto y despejado donde los animales carroñeros darán buena cuenta de los restos y cerraremos la cadena alimenticia que de otra manera haría de forma natural la naturaleza.

Por contra, otros animales habituales en atropellos, sobretodo mustélidos (tejón, garduña, nutria, etc…) o rapaces tanto diurnas como nocturnas, y cualquier animal que encontremos que esté catalogado, son recogidos y se les levanta un acta tras una primera inspección ocular superficial. Se congelan y posteriormente se trasladan al CRFS de la Alfranca (centro de recuperación de fauna salvaje) donde se le practicará una necropsia, se le diagnosticará la causa de la muerte (que algunas veces nada tiene que ver con atropello) y se tomarán medidas, muestras y analizará cualquier característica que se necesite. Al final estas necropsias son fuentes importantes de información para la comunidad científica, donde se pueden ver hábitos de alimentación por el contenido estomacal, parásitos propios tanto internos como externos, posibles enfermedades, afecciones en órganos, y un larguísimo etcétera.

Tengo la suerte de compartir algunas charlas con uno de los veterinarios del centro de recuperación y la verdad es que cada animal les aporta muchísima información y que comparten con nosotros, algunas, la mar de curiosas.

Pero bueno, volviendo al caso que nos concierne, la semana pasada recogemos a primera hora de la mañana un tejón recién atropellado (aun estaba caliente). Realizamos una primera inspección, y dicho sea de paso, es una auténtica pasada tener un animal de estos tan cerca y poder observar todos sus rasgos característicos. Una de las cosas que más llama la atención del tejón son sus poderosas patas delanteras, increíblemente poderosas, son las encargadas de excavar ese entramado de túneles que conocemos como tejoneras y de las que necesitan una herramienta excavadora de primer orden.

Una zarpas largas y un poderoso pie hacen de estas patas delanteras una excelente pala de cavar y además con un tamaño importante en relación al conjunto del tamaño del tejón.

Por otro lado, la potencia de mordida de estos animales es muy poderosa y gracias a la cresta sagital de su cráneo donde se ancla un poderoso músculo de mordida hacen que que sea un animal difícil de enfrentar por los depredadores.

El manto de pelo es largo y muy muy espeso, lo que debe de proteger de las frías noches con mucha solvencia y una de las cosas más chulas de este animal es esa coloración negra y blanca tan característica junto a su aspecto rechoncho.

Así pues, tras un primer análisis externo que no arroja nada raro, metemos en una bolsa, precintamos, levantamos acta y guardamos en congelador hasta su posterior traslado al CRFS donde se le realizarán las oportunas inspecciones y análisis.

En fin, otro días más en la oficina.

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