La Ruta del Agua

Después de las “benditas” nevadas de las últimas semanas, tocaba ir de ruta para disfrutar del deshielo y comprobar cuanta agua había caído.
Mi primera parada obligada y con grata sorpresa sucede en la umbría del Portillo. Dos jóvenes machos de ciervo hacen un amago de cruzar la carretera pero el “tascazo” que deja la quitanieves lo impide, así que marcha atrás y yo sin teleobjetivo a mano me toca tirar de gran angular, así que a 40mm (que es lo máximo que me permita mi 17-40) disparo a diestro y siniestro. Luego me toca recortar la foto un poquito y ahí me llevo el recuerdo.

Después del hermoso encuentro, bajo a la vega de Tajo y ya empiezo a apreciar agua por doquier. En muchos sitios, el suelo aun está medio helado y no deja que se filtre el agua, en otros sitios, al suelo ya no admite ni gota, conclusión, regueros a troche y moche y charcos que parecen pantanos.
El tajo baja con hermoso caudal, así que no me queda más remedio que parar en el nacimiento para dejar constancia de que ese canal que en verano se ve seco, en otras épocas rebosa de agua. Incluso ahora parece el nacimiento del río más largo de España. En verano, la verdad, cuesta explicarle a mucha gente que ahí donde no se ve ni gota está el nacimiento del Tajo.
La luz empieza a ponerse interesante, se cuela entre las nubes que pasan rápidamente y dan al cielo un aspecto diferente.

Mi segunda parada es visita obligada, ya que me habían comentado que la presa que habían hecho en Frías para retener el agua había empezado a llenarse con el deshielo, así que ni corto ni perezoso, decido parar para comprobar el caudal.
Efectivamente ya se ha formado un pequeño pantano y según dicen aun la tienen que ampliar subiendo el sobradero otros tantos metros, lástima que esté tan cerca de la carretera, porque podría se un buen lugar para fotografiar patos salvajes o algún que otro visitante. De todas maneras, mantendré mis visitas en posteriores meses.

El paso por el pueblo de Calomarde augura buen caudal en la cascada y es que el río que la alimenta lleva bastante agua. Efectivamente el “mogollón” de coches en el aparcamiento me confirma la buena nueva. Pues eso, media hora larga disfrutando de la cascada, sus rincones y sobretodo disparando a diestro y siniestro, llevaba desde Julio seca, y por fin 8 meses después vuelvo a verla como la conocí, con buen caudal y atrayendo la mirada de muchos visitantes de la sierra.

Casi en mi retirada de la cascada, los farallones que custodian la cascada se visten de gala con la preciosa luz de atardecer. Compongo como puedo y compenso luces con algún filtro e intento llevarme a casa aquella luz mágica.

De vuelta a casa, paso por Orihuela en busca del atardecer en el Pantano. Hace mucho aire, así que, si no mejoran los tonos del cielo, buscar reflejos en el agua será materia imposible. Un bonito fondo me detiene en “las basuras” para retratar Orihuela con las últimas luces, antes de acabar la jornada en el pantano. Una vez allí, aprovecho lo que queda, aunque presiento que lo mejor lo he dejado en el camino. Lo que prometía un atardecer espectacular se queda en simplemente algo retratable, se hace lo que se puede y cuando la oscuridad empieza a ganar terreno, toca retirada.
En fin, otra vez será.

Salud-os a tod@s y más efusivo para los que dicen cosas